Respeto Tolerancia Solidaridad
Pienso en estos tres términos. El respeto puede tener diferentes miradas o concepciones. El respeto hacia los adultos y adultas, el respeto a las autoridades, que pueden significar convenciones sociales establecidas y aceptadas (desde el lugar del deber-ser).
También puede hacernos pensar en una actitud, desde la cual podemos mirar la realidad o ir al encuentro del otro/a. En este sentido el respeto nos hace pensar en el encuadre en que se produce el encuentro. Respeto implica colocar al otro/a en un plano de igualdad, a pesar de las diferencias. Buscar que un vínculo sea respetuoso implica hacer un esfuerzo para aminorar aquello que nos separa, y para que sea posible el encuentro, el diálogo, el intercambio, el aprendizaje a pesar de las diferencias de edad, genero, rol,
La tolerancia, es un concepto que puede ser concebido como soportar aquello con lo que no comulgamos, lo que nos cuesta entender, pero en la búsqueda de una buena convivencia, de no agregar tensiones a situaciones de difícil gestión, la tolerancia pareciera ser un buen camino para evitar males mayores.
En este sentido la tolerancia también forma parte de la actitud con la cual nos acercamos a los demás. Tolerar implica también esperar, salir de mi urgencia, tomar un tiempo para entender a quien tengo delante, para no caer en un juicio falso… es decir poder salir de mi prejuicio para conocer mas profundamente al otro/a o a la situación que se me presenta.
La solidaridad, en cambio es algo que inevitablemente surge desde el lugar de lo genuino, de la empatía, del ponerse en los zapatos de la otra persona. De dejar pasar por el corazón y las manos aquello que estoy dispuesta a escuchar, acompañar, sostener.
Quizás de los tres valores sea el que más nos exige involucramiento. Y no solo desde nuestra manera de pensar y comunicarnos sino con todo lo que somos y especialmente con lo que tenemos.
Es por eso que los tres conceptos están unidos como principios sobre los cuales acercarnos a los demás: desde el respeto, considerando al otro/a como un ser valioso creado a imagen y semejanza de Dios, desde la tolerancia como dándonos el tiempo para conocer y tener una mirada sin prejuicios, y sobre todo dispuestos a la solidaridad, con la idea que todos merecemos una vida digna y estar dispuesto a trabajar para ello, no porque nadie nos obligue sino porque ese trabajo es lo que le da sentido a nuestra vida.
No se puede ser solidario de palabra, es necesario serlo desde los hechos.
Todo el ministerio de Jesús está atravesado por estos conceptos del respeto, la tolerancia, pero sobre todo la solidaridad.
Les invito a pensar a partir de una historia en donde Jesús es desafiado por una mujer extranjera a un acto de misericordia, de amor, de sanidad:
“De allí Jesús se fue a la región de Tiro y de Sidón. Llegó a una casa y trató de que nadie lo supiera, pero no pudo esconderse porque, tan pronto como una mujer, cuya hija tenía un espíritu impuro, supo que él había llegado, fue a su encuentro y se arrojó a sus pies. Esa mujer era griega, de nacionalidad sirofenicia, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio; pero Jesús le dijo: «Primero deja que los hijos queden satisfechos, porque no está bien quitarles a los hijos su pan y echárselo a los perritos.» La mujer le respondió: «Es verdad, Señor. Pero hasta los perritos comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.» Entonces Jesús le dijo: «Por esto que has dicho, puedes irte tranquila; el demonio ya ha salido de tu hija.» Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a su hija acostada en la cama, y el demonio ya había salido de ella.” Marcos 7:24-30 (RCV).
La súplica traspasa las fronteras en donde Jesús realiza su ministerio. Y al principio podemos entender que es un poco falto de empatía, un tanto intolerante ante el pedido de la mujer. Tal vez influenciado por las personas que lo rodean, los que miran y escuchan lo que dice, y también por la cultura de la época en su primera respuesta.
Pero ella insiste hasta lograr lo que necesita para ser parte de esa gran bendición que significa recibir de Jesús vida plena en abundancia y sanidad.
Esta parábola nos enseña que Dios está dispuesto a escuchar y a cambiar de parecer. Esta faceta de Jesús entrampado en su cultura y conceptos nos ayuda a reflejarnos en nuestras propias limitaciones a la hora de ver y juzgar realidades diferentes a las nuestras para poder desafiarnos a salir y cambiar de posición saliendo al encuentro del otro o la otra que también nos enseña y enriquece nuestro trabajo.
Para seguir compartiendo:
- ¿Qué sentimientos nos genera esta reacción de Jesús y su cambio de parecer?
- Desde la lectura del texto, cómo están representados estos tres valores de la reflexión de hoy?
- ¿qué aportes nos hace este texto bíblico a las experiencias de trabajo en los diferentes equipos y los desafíos actuales?
Carola Tron
Pastora Iglesia Valdense
Colonia, junio 2024.