
Impulsándonos 2025 fue mucho más que una serie de talleres. Fue un espacio de encuentro, formación y renovación para quienes trabajan con adolescentes y jóvenes en contextos desafiantes. Durante estos días compartidos, se vivieron momentos intensos de aprendizaje, conexión y motivación profunda.
Una de las cosas que más se repitió entre quienes participaron fue la sensación de volver a casa con las expectativas superadas. Muchos llegaron con ganas de aprender, pero se fueron con mucho más: herramientas concretas, ideas frescas y una nueva energía para seguir adelante en sus comunidades. Como dijo una de las personas entrevistadas: «Valió la pena haber venido de tan lejos. Pasamos muy lindo, el ambiente, el lugar y también todo lo que venimos aprendiendo.»
Además de los contenidos, el impacto personal fue fuerte. Varios participantes resaltaron lo importante que fue el espacio para su sanidad interior, para trabajar no solo hacia afuera, sino también hacia adentro: «Es un material muy preciado para compartir con adolescentes, con los jóvenes del barrio, pero también con nuestra propia familia y con nosotros mismos.»
Impulsándonos fue también un lugar para pensar nuevas formas de abordar situaciones difíciles, con empatía, sensibilidad y siempre desde la Palabra de Dios, donde queda claro que se puede trabajar con adolescentes en situaciones vulnerables de manera respetuosa, creativa y profunda.
«Cada momento fue riquísimo en aprendizaje, en técnicas, dinámicas, herramientas para comunicar», contó una de las participantes al cierre. Y esa frase resume bien el espíritu de todo lo vivido: cada instante fue una oportunidad para crecer, para formarse mejor y para sentirse parte de algo más grande.